Pese a haber logrado una cierta estabilidad en febrero, la demanda volvió descender considerablemente tras los aumentos
El fuerte impacto en el bolsillo de los argentinos se sigue haciendo sentir en el consumo. Luego de los aumentos en el sector, la venta de combustibles volvió a registrar una baja durante marzo y se espera que la tendencia siga de la misma manera durante abril, ya que los precios volvieron a sufrir un nuevo reajuste.
Según la información preliminar de la Confederación de Entidades del Comercio de Hidrocarburos y Afines de la Argentina (Cecha) que fue comunicada por el portal Infobae, la demanda de naftas y gasoil habría caído, por lo menos, un 3% con respecto a lo que se había registrado en febrero, mes en el que se pudo apreciar un leve aumento.
Sin embargo, esta suba fue menor al 1% y se la consideró como un estancamiento, ya que el incremento estuvo muy por debajo de lo esperado: durante años anteriores, el crecimiento que se percibía en el segundo mes del año era considerable. En esta ocasión, solamente alcanzó para cortar con un descenso constante en el consumo.
Para colmo, marzo y abril fueron meses donde se volvió a retocar el precio con fuertes aumentos. En principio, el incremento de marzo tuvo un promedio del 3% y la disminución ya se hizo sentir con otra notable caída en el consumo, retomando las tendencias de fines del año pasado. Para colmo, durante este mes, Shell llegó a imprimir un 10% en el valor de sus productos, pero marcha atrás con la medida y se reubicaron en el 5%, similar al resto de sus competidores en el sector.
Esta medida se llevó adelante debido a la suba del dólar, que afecta a los precios del crudo del tipo Brent y, además, por el ajuste que implica la actualización del Impuesto a Combustibles Líquidos.
No solamente fueron los combustibles líquidos los que sufrieron el aumento, ya que durante abril también se imprimió un incremento en el valor del GNC en un 5%, y, de acuerdo a lo que estima, tendrá un monto similar en mayo.
La caída del consumo también se percibió fuertemente en las compras de alimentos básicos, sobre todo en las carnicerías, donde también se percibió un encarecimiento que provocó la caída de consumo en casi un 50% desde fines del año.